LA CAÍDA
DE REDES MOSTRÓ NUESTRA DEPENDENCIA
CULTURA
IMPAR
JOSÉ
MANUEL RUEDA SMITHERS
"Internet
se vendrá abajo y viviremos oleadas de pánico",
Daniel Dennet, filósofo y teórico de la
conciencia.
Más de 3 mil millones de usuarios fueron
afectados al no poder utilizar Facebook, Instagram y Whatsapp por más de seis
horas. Un problema que se hizo más existencial a pesar de haber sido
estrictamente económico.
Sin ser del todo cierto, pareció que el mundo
se incomunicó. Vimos la dependencia a las redes, y en un país como México,
donde las cosas van caminando lento en materia tecnológica, la gente reaccionó
muy tarde a las muchas alternativas para estar en contacto; todo se detuvo, la
preocupación fue mucha.
Fue tan impactante lo que pasó, que muchos ya
califican como “el terrible caos para las generaciones que convivimos en un ya
de por sí caótico y complicado 2021”.
Además de la incomodidad y malestar al quedar
incomunicado desde las redes sociales, la caída tecnológica generó un freno a
la velocidad de las actividades sociales (lo que técnicamente llaman
ralentización), más que nada en el plano de la industria y el comercio. Obvio,
las economías sufrieron crisis, como bien dijo el presidente de EU, Joe Biden,
quien ahora presiona al Congreso para que libere fondos hacia la lucha contra
los ciberataques y contra prácticas monopólicas de los gigantes de la
comunicación
Fue tan grave el daño a los servidores de
Facebook, que así lo reconoció el hombre que por horas fue líder en memes y
críticas ante al abismo comunicacional generado; el dueño de las redes
sociales, Mark Zuckerberg, luego del caos tecnológico: “la causa subyacente de
esta interrupción también afectó a muchas de las herramientas y sistemas
internos”, dio a conocer.
Más que un hackeo, perdieron incluso su dominio
(Facebook.com) y debieron reconectar sus propios servidores de forma manual. Y
entonces las alternativas de comunicación se abrieron. Existieron de nuevo los
mensajes de SMS para decir aquí estoy, no sé cómo avanzar.
Esto hizo reconocer otra debilidad importante que obstaculiza la innovación en diferentes regiones y sectores: los riesgos y las preocupaciones de seguridad. Ahora, los líderes en el estudio de nuevas tecnologías o TI como las conocemos, buscan implementar protecciones muy específicas en aspectos como el control del acceso a los datos y la encriptación constante, por ejemplo.
En Expansión, Caleb Ordóñez escribió que “la
caída de las redes sociales tiene una moraleja sumamente potente: somos frágiles.
Estamos tan amarrados a las redes que esto nos puede afectar en lo laboral y, por
lo tanto, en lo económico”.
En la sección de cultura del portal Telva.com,
César Suárez escribió una de las explicaciones más sensatas que he leído en
torno del uso de las tecnologías en nuestro tiempo. De hecho, es un artículo
que se recomienda ampliamente: “Al parecer, el fallo no fue debido a un ataque
cibernético, sino a un error humano al ejecutar un comando, lo que desencadenó
una cascada de errores que echaron abajo los servidores de Facebook. ¿Cómo es
posible esto? "Es posible, ocurre, y algún día la red no se
restaurará", afirma Esther Paniagua, periodista especializada en ciencia y
tecnología, autora del libro Error 404, ¿Preparados para un mundo sin Internet?
De manera ejemplar, nos explica que el pasado 8
de junio, “un error informático en un proveedor de servicios de computación
dejó sin servicio a miles de webs de todo el mundo, incluidas las de Amazon,
Twitter, Spotify, y periódicos como El País o The New York Times.
Nuestra cultura se volcó ya en las redes y los
servidores, así que más vale acostumbrarnos a guardar nuestros materiales en
memorias externas, no sea la de malas que de pronto, TODO SE PIERDA.
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