Pandemia, Guerra y México
Para Contar
Arturo Zárate Vite
El mundo empeñado en la
autodestrucción; no se explica de otra manera, apenas empieza a ceder la
pandemia y ahora está ocupado en una guerra de dimensiones inimaginables.
Pleito entre dos que tienta a otros a defender sus propios intereses para
afianzar o ampliar su hegemonía, con el argumento de ayudar a una de las
partes.
Pasan los años, miles de años y
todavía la humanidad no supera diferencias ni es capaz de remar en su solo
sentido, hacia la justicia, hacia la paz, hacia el bienestar de todos.
Hasta ahora no sabe con certeza el
origen del Covid-19 que ha sacudido a todas las sociedades, matado y contagiado
a millones.
El autor o los autores del virus, si
los hay, siguen en el anonimato. No hay culpables, como si hubiera surgido de
la nada o llegado de otro planeta, misterio indescifrable.
Generó dramáticas y trágicas historias
en todos los países, alerta generalizada, convocatoria a la reflexión, llamado
implícito a cuidar más la naturaleza, a vivir en paz, en armonía, sin
violencia, con respeto a valores y leyes. Invitación a evitar las desviaciones.
Sufrieron científicos para encontrar
la vacuna y ahora que existe, mucha gente ni siquiera se la quiere poner, por
diversos motivos, pretextos que van desde religiosos hasta de ciencia ficción,
cinematográficos.
Nada, nada ha sido suficiente para que
sociedades se convenzan de que ha llegado el momento de enderezar naciones, a
gobernantes y gobernados, recomponer lo dañado.
Hay preferencia, irresponsablemente,
por el juego de la vida y la muerte en la ruleta. El día menos pensado podrían
equivocarse y apretar el botón que acabe con todo y todos. Riesgo latente. Las
experiencias de la primera y segunda guerra mundial no bastaron. Tampoco las
explosiones nucleares, desastres naturales y pandemias.
Sigue la actitud irreflexiva, sin
importar lastimar al mundo, van por delante los intereses de cada uno, no el
bienestar colectivo; la riqueza de los menos por la pobreza de los más.
México no está exento de esa vorágine.
Con tanta riqueza natural y no levanta vuelo. En vez sumar voluntades y remar
en un solo sentido, prevalecen posiciones encontradas.
Por eso, Carlos Slim, el hombre más
rico del país, acierta al llamar “estupidez” la confrontación. Le parece una
“tontería” perder el tiempo en la desunión de los mexicanos.
Calificativos que pueden describir a
cualquiera de las partes, a los que gobiernan y a los que no quieren a los que
gobiernan, contaminados de enconos, odios y envidias.
Lo dicho por Slim es para tomarlo en
cuenta, ya. Empresario que basa en hechos sus palabras. No acostumbra a
quedarse callado, alza la voz cuando no está de acuerdo con acciones de
gobierno.
Sin embargo, no se atasca en batallas
estériles, le da vuelta a la página y se pone a trabajar, con lo que hay. Está visto que para Slim no están primero los
pleitos sino hacer negocios.
Ha sabido adaptarse a la nueva
realidad política. Obtiene más en el acuerdo que en la discrepancia.
En el acuerdo, en la suma de fuerzas,
gana él, gana el gobierno y gana México. Entiende que en las elecciones triunfa
el que decide el pueblo y se pone a trabajar con el triunfador, aunque no tenga
su misma ideología. Práctico, inteligente y con evidente sentido común.
@zarateaz1
arturozarate.com
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