Danza matinal ©
Arcano Literario
Cuento
Mario Luis Altuzar Suárez
A tus 95, cuatro en el astral, Madre
-…uuuUuUuUUUU!… ¡tacaTaCaTACA!”, sonidos que retumban del oído al centro
del ADN y taladra la reminiscencia el ronco sonido de la caracola, sincronizado
con la voz vibrante del huehuetl que resuenan con el rítmico golpeteo de mazos
o baquetas de madera y hoy, en este día especial, también canta el teponaztli,
en cada uno de los puntos cardinales que eriza la piel. ¡Es cierto, somos Los
Mestizos!
Y se agita la sangre al vibrar los recuerdos del origen en los
herederos, por un lado, del misticismo cósmico de los hermanos mayores, ¡de los
Grandes Señores residentes de la conexión divina!, y la nostalgia plásmica,
legada desde 1510 por Gonzalo Guerrero, a causa del naufragio en su viaje a
Panamá y considerado traidor por quedarse con Los Mayas que llegaron a Yucatán
seis mil años antes de Nuestra Era, casarse con la original Zazil Há y procrear
los tres primeros mestizos, y con gran amor a los suyos que defendió de la
sangrienta Conquista.
Observamos en el Centro de la Cruz Cardinal Imaginaria, el Corazón
Material del Espacio, la Fuerza del Amor Divino, Sublime, con su tributo de
ciruelas moradas de sabor exquisito y que son el imán energético de la
prosperidad, renovación y buena suerte, acompañadas de pedazos de sandía
cortadas en triángulos perfectos, la como sostén de la Piedra Angular de la
vida individual y en constante perfeccionamiento del intelecto, eso que percibe
el entorno, lo digiere, lo procesa y lo entiende para explayarse en la
radiación de la Luz Interna.
Ricamente ataviados con penachos de plumas de quetzal, collares de oro,
pectorales dorados, brazaletes de oro y plata con incrustaciones de cuarzos
morados, azules y verdes, y orejeras, faldillas bordadas con grecas, con
pulseras de cuentas a base de conchas y caracoles y sartal de huesos tan
diferentes a los collares de cristal descritos, por ejemplo, en el libro
Cuentas de Colores de la española Anna Llimos Plomer.
La danza vigorosa parece llevar al éxtasis a los protagonistas y
testigos arremolinados en un enigmático y perfecto círculo, sin trazo en el piso,
así nomás, como si fuesen acomodados por una mano invisible electromagnética,
como en aquellos tiempos en que los Dioses descendía de sus naves astrales,
para convivir con los mortales, ¡su obra! Y que, en algún recodo de la
historia, se escondió en el fondo del inconsciente la maravillosa verdad:
¡Somos hijos de las estrellas! Tal vez, por avergonzarnos de nuestra realidad
de haber perdido la pureza de la sangre. Una pena inducida por el pequeño grupo
que se siente poderoso, de estirpe para imponer su doctrina propagandista de
ser los Superiores, los que recibieron la facultad celestial de gobernar a los
demás. Un falso principio aplicado globalmente por cualquier gobierno, de
cualquier signo, al servicio de esa minoría oculta.
Aquí, en la Chakra Universal de nuestra anfitriona, La Madre Tierra, se
apersona un decrépito sexagenario de un metro setenta y tres, con ojillos
reptilescos y sonrisa burlona para gritar con megáfono en mano:
- “¡Pueblo bueno y sabio! Para consolidar la transformación a favor de
los pobres y evitar que regrese a los Conservadores Neoliberales corruptos, les
pido que reciban a mi sucesora, pobre, humilde, con raíces indígenas y que ha
servido a los indígenas.
Los asistentes se llevan una desagradable sorpresa al ver a una sexagenaria
desgarbada de un metro cincuenta y cinco, y empieza la rechifla con gritos que
me hacen recordar a un extraño muñequito que me regalaron de Bulgaria:
- “¡Blasfemia! ¿Cómo se atreve a profanar nuestro ritual? Máxime que la
conocemos bien a la fifi que vivió a cuerpo de reina por la riqueza del
próspero comerciante de joyas, hijo de un lituano judío asquenazí y de su
madre, hija de una búlgara judía sefardí y nos quiere engañar de que es
indígena y guadalupana. ¿Al servicio de los pobres, cuando ella usó a los
purépechas para extraer sus conocimientos y plantear que las estufas de leña es
lo mejor para las indígenas y campesinas?”
Sacan de sus portafolios, bolsas y morrales, una foto de una mujer de
amplia sonrisa y cabello corto mientras sube como la marea de coraje y
vergüenza el grito de “¡fuera, fuera, fuera de aquí” al decrépito anciano. Y
agitan como en un exorcismo multitudinario, ramitos de la Flor Azteca, una de
las flores más bellas y llamativas que se utiliza como antibiótico natural
porque mata bacterias dañinas en el cuerpo por su origen en vegetación
perturbada pero perenne.
¡Era el Despertar del sueño milenario! acompañado de los ancestrales
“¡uuuUuUuUUUU!… ¡tacaTaCaTACA!”, desempolvados de la memoria por la mujer del
nombre náhuatl: Xóchitl.
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México, 14 de agosto de 2023
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