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miércoles, 3 de abril de 2024


 Los silenciados ©

Arcano Literario

Cuento

Mario Luis Altuzar Suárez

…y me miro y preguntó el Señor:

- “¿Qué ves?”, y respondí

- “El agitado movimiento de la maleza lacandona, estremecida por un ensordecedor rugido que constriñe la entraña”, y me dijo:

- “Eso que miras y eso que escuchas, son los signos de la oscuridad larga de la noche. Sin espacio, sin oquedad para esconder el miedo”, y me mostró las imágenes dantescas:


¡Emerge de un salto!, tan cerca, como si quisiera engullirme. Retiembla la tierra al caer las cuatro patas que sostienen 120 kilos del robusto cuerpo de dos y medio metros de largo en la negrura de la profunda noche que es incapaz de ocultar la negritud del pelo corporal, brilloso. ¡Magnificado por el destello de los ojos felinos del máximo predador!


Más, no está solo: ¡Es montado al puro estilo charrito, de ese, el de la cómica caída hacia atrás, en un lienzo chiapaneco! El jinete de figura delgada, de unos setenta kilos de gritillos afeminados y castigando el vientre con espuelas a ese Jaguar que busca espantar con su rugido a su propio miedo.


Flota en el aire frío, el temor: En la bestia selvática el ¡pánico a los fantasmas de los muertos que ha sembrado en su ambiciosa carrera! En los anfitriones, el espanto milenario en la transformación de hombres a temblorosos residentes del Hades, los de siempre, lo que estaban aquí cuando llegaron los que se decían “hombres libres y de buenas costumbres”.


Empero, en el evolutivo mestizaje, quedaron si habla, sin rostro, hincados, y bajan, agachan la cabeza y, resignados por el signo de la cobardía milenaria, se acomodan para recibir indignos mendrugos con la reciclada promesa de la una nueva ERA ¿continuadora?, ¡la misma! aunque más sangrienta, más saqueadora, de los mismos nombres con los perdedores de siempre.


Con la vista en el piso, nadie se percata que en lo oscurito el Jaguar se quita la botarga. Y de su interior expulsa un Ente resentido, que esconde la infamia y que estremece con el rugido la traición así mismo, al negar su parte indígena y carcajearse al pisotearlos.


Y me dijo El Señor: “Ya es tiempo de poner Espada en mi pueblo, cuando la Luna se coma al Sol y el Astro con Cabellera llegue para llevarlos al Basurero Universal. Como escrito está en el Segundo Pacto de la Alianza”.


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