Soberbia del PRI y PAN
Para Contar
Arturo Zárate Vite
La
soberbia llevó a la perdición al PRI.
También
sucedió lo mismo con el PAN
El
PRD no se quedó atrás.
¿Quién
sigue?
La
soberbia de sus líderes contribuyó de manera determinante a que el PRI y PAN dejaran
de disfrutar el ejercicio del poder.
Empezaron
a distanciarse del pueblo y el pueblo terminó por darles la espalda.
Riesgo
de cualquier político, en particular cuando llega al poder y cree que todos le
deben pleitesía.
El
PRD, si bien no alcanzó la presidencia de la República, llegó a gubernaturas y
municipios. La arrogancia de un pequeño grupo los llevó hasta la extinción, a
perder el registro.
No
es un mal sólo de los partidos en México, igual ocurre en otros países, con
organizaciones de izquierda y de derecha. En el momento en que los dirigentes
dejan de pisar tierra o despegan los pies del piso, comienzan a cavar su propia
tumba política.
El
PRI, como lo expresó alguna vez el escritor peruano Mario Vargas Llosa,
representaba la “dictadura perfecta. Las hojas del árbol, valga la paradoja,
sólo se movían con autorización del tricolor. Todas las instituciones, en su
época de mayor hegemonía, estaban bajo su control. Incluso hasta había partidos
de oposición que operaban para su beneficio, llamados satélites, a cambio de
conservar el presupuesto oficial.
A
partir de que se desentiende de la sensibilidad social y de la gente, por la
desmedida ambición de cuadros directivos que ya nada más se esmeraban en ver
quien acumulaba más riqueza, sumidos en el estercolero de la corrupción,
disminuye la intensidad de la luz de su poder.
Una
vez que terminaba sexenio, había nuevos ricos y más mexicanos en la pobreza,
con más carencias.
Con
el arribo de tecnócratas, el partido en el poder se volvió más insensible hacia
la población.
La
verdad, la gente fue muy tolerante. Aguantó y aguantó hasta que terminó por
hartarse, por aborrecer a los priistas. Desde 1988 intentó quitarlos del poder.
No pudo ante el control que existía de los organismos electorales, manipulados
desde la Secretaría de Gobernación.
Una
vez que estos organismos se “ciudadanizaron”, se abrió la posibilidad de la
oposición para ganar la presidencia. Y así fue en 2000, con la alianza
encabezada por Acción Nacional y Vicente Fox.
Renació
la esperanza de la sociedad, la mayoría supuso que vendría una nueva etapa.
Creyó en las palabras de Fox en el sentido de que acabaría con las “víboras
prietas”, “tepocatas” y toda clase de alimañas en la administración pública. Ofreció
y lo hizo, buscar hombres y mujeres de excelencia para integrar su gabinete.
Arrancó bien, se desplomó en el camino.
El
gobierno de Fox sucumbió ante la tentación del dinero, se llenó las bolsas de
billetes.
Derrochó
el bono electoral y dejó vivas a las víboras prietas, a las tepocatas y a toda
la fauna de alimañas.
Jugó
sucio para conseguir que el PAN, con diferencia menor al punto porcentual en
las elecciones de 2006, conservara el poder con su candidato Felipe Calderón,
quien pretendió sin éxito legitimarse con el “michoacanazo” al meter a la
cárcel a una veintena de alcaldes presuntamente vinculados con la delincuencia
organizada. Todos recobraron la libertad.
Peor
le fue al declarar la “guerra” al narcotráfico, porque significó pegarle al
avispero, sin estrategia, sin inteligencia, error que todavía sigue pagando el
país. Y el colmo es que su secretario de seguridad terminó encarcelado en los
Estados Unidos por sus vínculos con los capos.
Regresó
el PRI al poder, la gente le dio una nueva oportunidad ante el desencanto
panista.
El
problema fue que los priistas volvieron a caer en la soberbia y en la
corrupción. La gente no los perdonó en la elección de 2018.
Hasta
la fecha, ni priistas ni panistas han aprendido la lección, en la dirección
siguen los mismos que llevaron a la ruina a su instituto político. No han
cambiado sus modales.
Más
les vale a quienes ahora están en el poder, si quieren mantenerlo, se vean en
ese espejo.
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y Tik Tok: @zarateaz1

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