“Comentócratas” contra “Youtuberos”
Para Contar
Arturo Zárate Vite
Como
nunca se había visto, en la actualidad hay medios que se significan por
propagar el odio.
La
objetividad que por muchos años enseñaron en escuelas y universidades que debe
ser el propósito de quienes trabajan en medios de comunicación, se fue a la
basura.
Cierto
que la objetividad pura nunca ha existido. Los maestros decían que se tenía que
hacer el mejor esfuerzo en ese sentido, dar espacio o voz a las dos partes,
respetar dichos y hechos.
Por
desgracia el periodismo se volvió tendencioso. Cada vez son menos los que se
esmeran en ajustarse a los cánones, a las viejas reglas de imparcialidad.
Cuando
hablamos de medios nos referimos a los convencionales, a la prensa escrita,
revistas, periódicos, radio y televisión. También a las redes sociales, al
ahora X, YouTube, Facebook, TikTok, Instagram, digitales, etcétera.
Durante
años la hegemonía priísta hacía y deshacía en todos los ámbitos. Antes de que
empezara su ocaso, la mayoría de los medios disfrutaba de la publicidad
oficial. Los medios convencionales tenían el control de lo que se difundía, sin
salirse de la línea oficial porque se podía perder la concesión en el caso de
los electrónicos o quedarse sin papel para imprimir en el caso de los escritos,
porque el gobierno tenía la exclusividad de venderlo a través de la empresa
PIPSA.
Dueños
y directivos de los medios se reunían anualmente con el presidente en turno. Se
organizaban comidas con los empresarios del diarismo, se hacía transmisión
nacional del evento y se entregaban premios de periodismo para quienes las
partes, gobierno y medios, decidían que había que estimular.
Tiempos
en los que Emilio Azcárraga Milmo, “El Tigre”, dueño de Televisa se atrevió a
decir que su empresa era “soldado del PRI”. Lo expresó de esa manera en la sede
de la Secretaría de Gobernación. Entonces, dueños de medios, no dudaban en
acudir al Palacio de Cobián donde eran citados. No se diga si la convocatoria
era para ir a la residencia presidencial de Los Pinos.
La
correlación de fuerzas cambió a partir del periodo de Vicente Fox. Doblaron a
Fox desde que no pudo acabar con alimañas, víboras prietas y tepocatas, como
había ofrecido. Ya no iban los dueños de medios a Gobernación. Los funcionarios
iban a los dominios de los dueños de los medios.
Sucedió
lo mismo en los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Todo iba bien
para el grupo en el poder y los medios. Millonarias sumas recibían los medios
por publicidad y la crítica a los gobernantes tenía límites, aunque nunca
faltaron excepciones como el escándalo de la “Casa Blanca” protagonizado por
Angélica Rivera, “La Gaviota”, esposa de Peña.
Entre
representantes de medios ocasionalmente había pleitos que terminaban por
dirimirse en instancias judiciales. Se mantenía la antipatía, pero al final
cada quien se iba a realizar su trabajo.
La
supremacía la tenían medios convencionales y hay de aquel que no lo entendiera
de esa manera, le echaban montón o lo ignoraban por completo.
Es
el precio que pagó Andrés Manuel López Obrador al empezar su carrera para
llegar a la presidencia. Campañas en contra y raquítica difusión de sus actos y
dichos. Sobrevivió y alcanzó su meta gracias a las que llamó “benditas redes
sociales”, principal soporte de su comunicación.
Una
vez instalado en el poder, restringió la millonaria publicidad y empezaron los
ataques de un lado y otro.
Lo
acusaron de propiciar y fomentar el odio, cuando lo que hizo fue defenderse y
ejercer su derecho de réplica. Subió el tono de los ataques de los dos lados.
Se dieron cuenta los medios convencionales que ya no iban a doblar a López
Obrador como lo hicieron con Fox.
Se
acentuó el pleito entre medios convencionales haciendo el papel de oposición y
“youtuberos” en defensa de la información oficial.
Adiós
a la neutralidad e imparcialidad, lo que hay es toma y daca de calificativos
para desacreditarse.
Así
se gestó el odio mediático.
X y TikTok: @zarateaz1
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