En el humano este proceso es más tardado y cambia conforme va creciendo. Aprende diferentes habilidades -físicas, cognitivas, de lenguaje, afectivas- que, con el paso del tiempo, se convierten en competencias.
Asimismo, mayor vinculación con otros y pueden tener conductas más empáticas, prosociales. “Empiezan a reconocerse físicamente, explorar actividades deportivas, trabajar en equipo, colaborar”.
La académica expone que las infancias tienen que acercarse a la tecnología y sus cuidadores deben aprender a gestionar qué es saludable para su desarrollo, reconocer que no todos los entretenimientos ni todos los aparatos son apropiados y mucho de ello depende de la edad, el acompañamiento y las temáticas o contenidos.
“Afortunadamente se ha hecho mucho trabajo por quienes producen un videojuego o alguna aplicación, y se indican los límites de edad para este, si requiere supervisión, lo que ayuda a las paternidades a saber si es apropiado o no o cuánto tiempo es pertinente estar dentro de las tecnologías”, acota.
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