Corte, justicia y
antídoto
Para Contar
Arturo Zárate Vite
La ministra Norma Lucía Piña Hernández ha cumplido
el primero de los cuatro años que le corresponden como presidenta de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
No es fácil la misión que tiene asignada. Ni el
poder Ejecutivo ni el Legislativo condescienden con ella por su condición de
género. Tampoco la ministra lo ha planteado y mucho menos pedido.
Queda claro que la Corte no va a renunciar a
ser contrapeso entre los poderes y la Cuarta Transformación va a insistir en
darle otro rostro al poder judicial.
Ya en 1995 hubo un giro de 180 grados, cuando
Ernesto Zedillo recompuso el tribunal. Jubiló a 26 ministros y redujo a 11 el
número de sus integrantes, con el argumento de que no respondía al clamor de
justicia de la sociedad.
El mismo argumento se utiliza ahora.
Hace 28 años nadie levantó la voz, nadie se
quejó ni se opuso a la decisión presidencial, que al final poco o nada consiguió
para que la justicia prevaleciera en México. Lo que logró fue que ninguno de
los juzgadores debiera el nombramiento a los expresidentes Miguel de la Madrid y
Carlos Salinas. Quizás, de haber tenido un ministro afín, el hermano del
segundo nunca hubiera pisado la cárcel.
En enero de 1994 se registró la rebelión de los
zapatistas en Chiapas. En marzo de ese año mataron a Luis Donaldo Colosio.
Hechos de rebeldía y sangre que generaron clima de temor en la gente. Favoreció
al candidato oficial Zedillo quien obtuvo en las elecciones no solo la
presidencia sino también el control del poder legislativo. Por eso pudo reformar
la Constitución y renovar a la Corte.
Hoy los tiempos y las circunstancias son
distintas. El gobierno en turno no tiene el control del poder legislativo ni
existe la certeza de que lo alcance la ganadora de las elecciones en 2024, aun
cuando las encuestas le den ventaja de 20, 30 y hasta 50 puntos porcentuales.
Lo que todavía no ha cambiado como se quisiera es
el grado de impartición de justicia; persiste la deuda con la sociedad.
Por eso, en la hipótesis poco probable de que
el grupo en el poder arrase en las elecciones como lo hizo en 2018, quienes votarían
a su favor el año entrante estarían de acuerdo con la operación de gran calado
en la reforma judicial.
En defensa del poder judicial, hay consenso en
que siga de contrapeso, necesario para la democracia. Para ello es clave honrar
y preservar la justicia, impartirla con plena convicción, con excelencia, con
la mayor firmeza y con absoluta lealtad a la Constitución, como ha dicho la
ministra presidenta Piña Hernández.
Entiende que esa es la función que deben
desempeñar, la premisa que da sentido a la vida profesional de los juzgadores.
De acuerdo con sus palabras, el poder judicial no
busca aplausos, sino hacer lo que le toca, lo correcto, lo fundamental, lo que
le mandata la ley, impartir justicia con independencia e imparcialidad,
justicia pronta y expedita, para todas las personas, sin excepciones ni
distingos.
Indudablemente, la sociedad es el mejor termómetro
para medir su actuación. Saldría a la calle a defenderlo, si fuera necesario,
lo que hasta la fecha no ha realizado, aunque tampoco ha salido para exigir su
trasformación.
Si hay justicia tangible, que se sienta, en
correspondencia la sociedad se convertiría en el principal antídoto contra
cualquier plan que pretenda someter al poder judicial. Hacer justicia es imprescindible.
https://www.youtube.com/@arturozaratev
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