Rafael
Castilleja Ramírez ¡Presente!
Arcano
literario
Mario
Luis Altuzar Suárez
In memoriam
-…espera!
¡Espérame!”, fueron las primeras palabras con las que le conocí alguna tarde de
1973. Con la mano derecha impedí cerrara la puerta del elevador y alcé la vista
para ver correr los cinco metros de distancia su metro setenta y tres del
cuerpo de mediana complexión, sin que la agitación borrase su generosa sonrisa
treintañera y malabareando con sus manos los papeles que milagrosamente parecía
adherirse a su cuerpo.
El
brillo de su mirada recorre mi esquelética figura de 17 años, con una libreta
en la mano derecha y un libro de poesía en la izquierda y al pedir se apriete
el botón del tercer piso pregunta mi destino, que era ni más menos, a lugar en
donde pudiera solicitar trabajo. Su carácter jovial y de ágil conversación,
permite identificarnos pese a la diferencia de edades. Me pide le acompañe al
abrirse el elevador en un amplio salón lleno de escritorios con máquinas de
escribir, y jala la basura un joven pero experimentado barrendero.
Entramos
a un salón con una mesa larga, como para 10 personas, ubicada del lado izquierdo
y de frente abre las dos hojas de la puerta para ver un escritorio de tres
metros con montañas de papeles, al lado derecho un cuadro de madera que
sostiene periódicos, las paredes forradas con libreros. Se instala en el sillón
bajo una ventana muy grande, y me pide sentarme en la silla frente al
escritorio. Sonríe al expresar:
“¡Anda!
Cuéntame de qué quieres trabajar”, a lo que respondo de lo que sea y suelta la
carcajada y muestra su tolerancia para indicar que empecemos por el principio.
A su interrogante de si tengo la preparatoria terminada y mi negativa por
solamente tener cuatro bimestres de los seis, se toca la barbilla con la mano
izquierda, con la derecha tamborilea un lápiz y de pronto, pregunta: “¿Qué
haces?”, respondo como me indicó alguna ocasión mi madre literaria, Guadalupe
Alfonso Albores: “¡Soy poeta y cuentista!”
Abre
muy grandes los ojos, aspira profundamente y me inquiere: “¿Y puedo leer algo
de tu obra?” A lo que exclamo: “¡Claro que sí!” y muy orgulloso prosigo: “Un
poeta nunca está desarmado”, y le entrego mi libreta. Tal vez fue una o dos
horas que dedica a la lectura de mis poemas, cuando reflexiona que es una
lástima que esté inconclusa mi preparatoria para que ingrese como ayudante de
la redacción, pero hay otra solución. Mira el reloj que marca las 18:30 horas y
me pide que le espere.
Regresa
y me dice que le siga. Cruzamos el salón de la mesa grande y al lado izquierdo
de la sala de escritorios con máquinas de escribir, hay un cuartito con dos
escritorios y un hombre fornido de metro sesenta, barba y bigote tupidos,
asiente con la cabeza al escucharle: “Es el chavo del que te hablé. Te lo
encargo mucho”, me voltea a ver y menciona: “Aquí vas a empezar, como
colaborador de la Sección Cultural a cargo del excelente cuentista Manuel
Blanco”.
Escucharle
fue el bálsamo en mis oídos a las burlas y ofensas en mis recorridos diarios
por los diez periódicos importantes, en ese 1973, de la Ciudad de México, en
donde causaba sorna mi petición laboral en una plaza “de lo que sea”. Y nací
así, al periodismo bajo la paternidad de Rafael Castilleja Ramírez, jefe de
Redacción, y, a regañadientes, del excelso escritor Manuel Blanco, en un
ríspido ambiente de frustrados escritores, dramaturgos o cineastas y, para
sobrevivir, reducidos al periodismo cultural en el periódico oficial El
Nacional. En todo este tiempo, escucho tu consejo: Lee mucho, principalmente de
periodismo.
Imágenes
y sonidos en mi memoria. De las primeras palabras con las que te conocí y… la
profunda tristeza de no haber oído tus últimas palabras, ¡ni siquiera saber el
momento exacto de tu ingreso a la Gran Redacción Universal del Padre Creador de
los Universos, allí, en su Reino, con su inmenso Poder y su máxima Gloria!
Solamente esas líneas el 17 de octubre del 2023 en el grupo de WhatsApp: “Se
fue otro grande, Rafael Castilleja, quien fuera presidente del club Primera
Plana. Descanse en paz” y firma Josue Beutelspacher Huízar.
Tuxtla
Gutiérrez, Chiapas, México, 18 de octubre de 2023
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