Kintsugi:
ver la belleza en la imperfección
Por Rodolfo González
Sarrelangue
Especial para Grupo
Páginas Poderosas
El
kintsugi, técnica ancestral para reparar objetos de cerámica y ver la belleza
en lo imperfecto, es una técnica que nos enseña a observar con más atención y
sentir la esencia de los objetos, pero también se aplica a la forma en que
podemos repararnos, a pesar de las heridas o de los defectos físicos o
emocionales.
Un
principio del Kintsugi dice que puede repararse una pieza de cerámica rota y,
en el caso de los seres humanos plantea que no tiene sentido negar heridas o
traumas y pretender lavarlos o disimularlos.
Recientemente
conocí a través de la televisión a un ejemplo vivo de lo que puede ser el arte
del kintsugi o resiliencia a través de la conferencista, motivadora y
escritora, Adriana Macías, quien nació sin brazos y durante algunos años
utilizó unas prótesis que finalmente desechó y decidió convertir a sus pies y
piernas en el mejor aliado para realizarse en el mundo.
Hoy
es madre soltera con una niña de seis años, toca el cello, cocina, hace
gimnasia, escribe y tiene un programa de conferencias motivadoras para lo que
resta del año y gran parte del siguiente, pues como dice ella misma “no me
puedo quedar cruzada de brazos”
Este
extraordinario ser humano, a sus 43 años es una prueba fehaciente de
resiliencia o kintsugi y le enseña a la gente a dejar de quejarse, ser feliz y
derribar las barreras de la discapacidad.
Si
tienen interés en leer algunos de sus libros, les dejo algunos títulos: Abrazar
el Éxito, La Fuerza de un Guerrero, Prometo Amarme y Respetarme Todos los Días
de mi Vida y el más reciente, Enamórate de Ti.
Kintsugi
propone revalorar la belleza de las cicatrices. Por ejemplo, la pérdida de un
ser querido o alguna discapacidad no se pueden ocultar y es necesario vivir el
duelo y todo el procedimiento que esto conlleva; hasta llegar al acuerdo o
reparación.
El
kintsugi es una técnica japonesa que consiste en reparar las piezas de cerámica
rotas con barniz de resina y espolvorearlo con polvo de oro, plata o platino.
Es parte de una filosofía que expone que las roturas y reparaciones son parte de
la historia de un objeto y deben resaltarse ya que muestran su historia.
Uno
de los grandes maestros de este arte es Takehito Kobayashi quien considera que
solo pueden mejorar los objetos de belleza verdadera y cree que esta técnica
nos enseña a observar con más atención y a sentir la esencia de los objetos.
En
el caso de los seres humanos, el kintsugi equivale a aplicar el arte de la
resiliencia. La palabra kintsugi, en pocas palabras significa reparación con
oro y se remonta al siglo XV.
La
relación de este arte japonés y la resiliencia es que todos tenemos la
capacidad de enfrentar situaciones que nos llevan al límite y sobreponernos a
ellas. En ese sentido, la resiliencia puede emplearse como un símil en la
reparación de una situación traumática y salir airosos de ella.
La
resiliencia nos permite reaccionar ante una situación traumática o dolorosa,
equivalente a la rotura de una pieza de cerámica.
La
ventaja de la rotura física o del alma es que tenemos dos opciones: una, negar
que la existencia de un problema, ocultarlo y permitir que se agrave la
situación, por no evidenciarnos ante los demás; la otra, es concebir la
posibilidad de reparar nuestra rotura mediante el “polvo de oro” de la
resiliencia que nos lleva a entender que el cincuenta por ciento de la solución
de un problema es reconocer su existencia. El resto es aplicar el kintsugi.
Salvador
Moll, formador y mentor en la técnica de resiliencia, plantea que la vida está
repleta de grietas y muchas roturas, al grado de que hay momentos en que el individuo
está roto por dentro y por fuera.
La
resiliencia o, en mi opinión, el “kintsugi occidental” ofrece la posibilidad de
recuperar la sonrisa, recomponer el alma y el espíritu para que, una vez
restaurados, al igual que un objeto de porcelana el individuo resurja con
fuerza y determinación.
¿Qué
se puede hacer para ser resilientes o reparar nuestro entorno o el cuerpo
físico, mental y espiritual? En primer lugar, es necesario autoconocernos y
detectar cuáles son nuestras fortalezas para emplearlas en una situación
traumática.
Es
fundamental implementar hábitos saludables como una buena alimentación,
ejercicio moderado constante, dormir bien, meditar y evitar situaciones de
estrés.
Fomentar
la autoestima implica reforzar positivamente aquellas acciones que nos permitan
ser mejores. Esto incluye también aprender a escuchar activa y empáticamente a
las personas que nos pueden ayudar de palabra y corazón.
Un
punto destacado a fomentar la asertividad y tener una actitud positiva ante la
vida. Si nos hemos creído la mentira de la enfermedad, o de la mala suerte,
¿por qué no fabricar la mentira de la salud y la buena suerte?
Una
actitud resiliente, como el arte del kintsugi, nos brinda la alternativa de
curar heridas o roturas, aunque dejen cicatrices. Éstas se convertirán en
recordatorio de que la mejor actitud para sanar cuerpo, mente y espíritu es
reconocer la existencia de un problema y trabajar en la solución.
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