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jueves, 23 de septiembre de 2021

 

Kintsugi: ver la belleza en la imperfección

Por Rodolfo González Sarrelangue

Especial para Grupo Páginas Poderosas

 

El kintsugi, técnica ancestral para reparar objetos de cerámica y ver la belleza en lo imperfecto, es una técnica que nos enseña a observar con más atención y sentir la esencia de los objetos, pero también se aplica a la forma en que podemos repararnos, a pesar de las heridas o de los defectos físicos o emocionales.

Un principio del Kintsugi dice que puede repararse una pieza de cerámica rota y, en el caso de los seres humanos plantea que no tiene sentido negar heridas o traumas y pretender lavarlos o disimularlos.

Recientemente conocí a través de la televisión a un ejemplo vivo de lo que puede ser el arte del kintsugi o resiliencia a través de la conferencista, motivadora y escritora, Adriana Macías, quien nació sin brazos y durante algunos años utilizó unas prótesis que finalmente desechó y decidió convertir a sus pies y piernas en el mejor aliado para realizarse en el mundo.

Hoy es madre soltera con una niña de seis años, toca el cello, cocina, hace gimnasia, escribe y tiene un programa de conferencias motivadoras para lo que resta del año y gran parte del siguiente, pues como dice ella misma “no me puedo quedar cruzada de brazos”

Este extraordinario ser humano, a sus 43 años es una prueba fehaciente de resiliencia o kintsugi y le enseña a la gente a dejar de quejarse, ser feliz y derribar las barreras de la discapacidad.

Si tienen interés en leer algunos de sus libros, les dejo algunos títulos: Abrazar el Éxito, La Fuerza de un Guerrero, Prometo Amarme y Respetarme Todos los Días de mi Vida y el más reciente, Enamórate de Ti.

Kintsugi propone revalorar la belleza de las cicatrices. Por ejemplo, la pérdida de un ser querido o alguna discapacidad no se pueden ocultar y es necesario vivir el duelo y todo el procedimiento que esto conlleva; hasta llegar al acuerdo o reparación.

El kintsugi es una técnica japonesa que consiste en reparar las piezas de cerámica rotas con barniz de resina y espolvorearlo con polvo de oro, plata o platino. Es parte de una filosofía que expone que las roturas y reparaciones son parte de la historia de un objeto y deben resaltarse ya que muestran su historia.

Uno de los grandes maestros de este arte es Takehito Kobayashi quien considera que solo pueden mejorar los objetos de belleza verdadera y cree que esta técnica nos enseña a observar con más atención y a sentir la esencia de los objetos.

En el caso de los seres humanos, el kintsugi equivale a aplicar el arte de la resiliencia. La palabra kintsugi, en pocas palabras significa reparación con oro y se remonta al siglo XV.

La relación de este arte japonés y la resiliencia es que todos tenemos la capacidad de enfrentar situaciones que nos llevan al límite y sobreponernos a ellas. En ese sentido, la resiliencia puede emplearse como un símil en la reparación de una situación traumática y salir airosos de ella.

La resiliencia nos permite reaccionar ante una situación traumática o dolorosa, equivalente a la rotura de una pieza de cerámica.

La ventaja de la rotura física o del alma es que tenemos dos opciones: una, negar que la existencia de un problema, ocultarlo y permitir que se agrave la situación, por no evidenciarnos ante los demás; la otra, es concebir la posibilidad de reparar nuestra rotura mediante el “polvo de oro” de la resiliencia que nos lleva a entender que el cincuenta por ciento de la solución de un problema es reconocer su existencia. El resto es aplicar el kintsugi.

Salvador Moll, formador y mentor en la técnica de resiliencia, plantea que la vida está repleta de grietas y muchas roturas, al grado de que hay momentos en que el individuo está roto por dentro y por fuera.

La resiliencia o, en mi opinión, el “kintsugi occidental” ofrece la posibilidad de recuperar la sonrisa, recomponer el alma y el espíritu para que, una vez restaurados, al igual que un objeto de porcelana el individuo resurja con fuerza y determinación.

¿Qué se puede hacer para ser resilientes o reparar nuestro entorno o el cuerpo físico, mental y espiritual? En primer lugar, es necesario autoconocernos y detectar cuáles son nuestras fortalezas para emplearlas en una situación traumática.

Es fundamental implementar hábitos saludables como una buena alimentación, ejercicio moderado constante, dormir bien, meditar y evitar situaciones de estrés.

Fomentar la autoestima implica reforzar positivamente aquellas acciones que nos permitan ser mejores. Esto incluye también aprender a escuchar activa y empáticamente a las personas que nos pueden ayudar de palabra y corazón.

Un punto destacado a fomentar la asertividad y tener una actitud positiva ante la vida. Si nos hemos creído la mentira de la enfermedad, o de la mala suerte, ¿por qué no fabricar la mentira de la salud y la buena suerte?

Una actitud resiliente, como el arte del kintsugi, nos brinda la alternativa de curar heridas o roturas, aunque dejen cicatrices. Éstas se convertirán en recordatorio de que la mejor actitud para sanar cuerpo, mente y espíritu es reconocer la existencia de un problema y trabajar en la solución.

 

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