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jueves, 16 de septiembre de 2021

 

Hansei o el arte de la reflexión interna

Por Rodolfo González Sarrelangue

Especial para Grupo Páginas Poderosas

 

El pasado es un lugar de referencia y de aprendizaje, no de residencia.

Anónimo

¿Será nuestro temperamento latino el que nos impide ejercer más la autocrítica y buscar, en cambio, culpables de nuestra situación a factores externos?

Es muy raro encontrar personas educadas en la autoreflexión, pues siempre es más cómodo atribuir mis errores o carencias a alguien del exterior. Sobre todo, cuando hemos sido educados en la forma occidental del “self made man” o persona que se ha hecho por sí misma.

En Japón, país donde se da prioridad al trabajo en equipo por sobre el brillo personal, se privilegia el éxito colectivo y el espíritu de servicio a los demás.

Una característica de los japoneses es que la costumbre occidental de dar propina por un servicio prestado no es bien vista.

Dar propina en Japón es considerado una ofensa, pues se cree que es como demostrar tu superioridad a la gente que te está sirviendo y, a cambio, tú le das una limosna. Los trabajadores pueden interpretar que pagas más esperando un trato especial a modo de soborno.

Su estilo de vida se ha regido por la honestidad, el hecho de ser incorruptibles y la frugalidad, las posiciones más preciadas son el orgullo y el honor.

Otro aspecto destacado de los japoneses es el saludo, donde se estila hacer una leve reverencia, sin perder de vista a la persona y sin que haya contacto físico.

Recuerdo la anécdota de un colega que en una recepción de la embajada japonesa en México y al calor de los aperitivos, le tocó estar frente al embajador y ya en confianza empezó a tocarlo en el hombro, para darle énfasis a lo que le estaba diciendo. Al primer toque, el embajador sonrió levemente y abrió los ojos desmesuradamente. Como seguía el toqueteo, solo entrecerraba los ojos y manifestó desconcierto por ser tratado como “un cuate mexicano”

En esa breve conversación le dije al oído al colega que no debía tocarlo, a lo que él respondió: -no, pos si está contento platicando con nosotros.

La reacción del personal de seguridad era de alerta, pues no es posible atentar contra una figura institucional y faltarle al respeto. Ya se disponían a actuar, cuando otros compañeros y yo lo jalamos y nos despedimos del embajador, ahora sí, con una reverencia y sin tocarlo. Esa acción calmó al personal de seguridad y le devolvió la paz al diplomático.

Esto me lleva al segundo de los nueve hábitos japoneses que pueden cambiar nuestra vida: el Hansei o el arte de la autoreflexión.

La palabra Hansei significa el reconocimiento de los propios errores como base para mejorar, así como el reconocimiento del éxito con modestia y humildad. Es evaluar objetivamente las decisiones que nos han llevado a alcanzar la situación actual y aprender de los errores a través de laauto reflexión y la autocrítica.

Un gran ejemplo de este método en la cultura japonesa es cuando los políticos cometen actos de corrupción, aparecen en público para pedir perdón y luego desaparecen de la escena por un largo tiempo y al cabo de algunos años regresan con la certeza de que han aprendido la lección.

Este vocablo se compone de dos términos: Han, que significa darse la vuelta y examinar y Sei: Mirar hacia atrás, revisando el pasado.

Hansei es mirar hacia adentro, con la sola intención de reconocer que nos equivocamos, encontrar el porqué de estas acciones y actuar en consecuencia para que no vuelvan a ocurrir.

El objetivo final de la filosofía Hansei, es el cambio a positivo a través de un proceso de introspección, el cual nos llevará a aprender más sobre nosotros mismos y convertirnos en mejores personas. Los errores se interpretan como oportunidades de mejora y debemos verlos como una vía de aprendizaje.

El objetivo de nuestro hansei es entender lo que nos sucedió en el pasado, que estuvo mal, para evitar repetirlo.

El colega, quien ignoraba todo el protocolo diplomático con el embajador, es un hecho que se puso en riesgo, pero seguramente después de reconocer su ignorancia y el error cometido, es muy probable que beberá menos y respetará el lugar al que se le invite.

Podemos tomarnos algunos minutos al día para estar a solas con nuestros pensamientos, permitir que nos hablen y escuchar lo que tienen qué decirnos. Un momento idóneo puede ser al empezar el día, cuando nuestro cuerpo y mente han descansado y están recargados de energía.

Además, debemos estar conscientes de que los errores cometidos han sido decisión personal y debemos evitar buscar culpables. Al responsabilizar a otros, impides la autoreflexión sensata porque creas mecanismos de defensa. La finalidad de esta práctica es aprender y mejorar, no se trata de juzgar, atacar o causar daño. Te examinas para aprender y conocerte.

Debes tratarte con honestidad y humildad, recuerda que somos humanos imperfectos y que los errores son parte de nuestro día a día. Nuestra meta debe de ser el aprendizaje constante y la mejor escuela para esto son los propios errores.

El proceso de la autoreflexión conlleva varias fases:

1. Reflexión

2. Introspección

3. Hacerse responsable de los hechos

4. Reconocer que hay un problema

5. Identificar el origen o la raíz de la falla

6. Compromiso para realizar los cambios necesarios que remedien la falla

A los niños japoneses se les enseña desde temprana edad a practicar esta filosofía, no para hacerlos sentir culpables o como método de castigo; lo hacen con la finalidad de enseñarles que nadie es perfecto, que tienen derecho a equivocarse y fallar pero, a su vez, tienen la responsabilidad de asumir sus actos y enmendar lo sucedido.

La primera reacción de un japonés cuando falla es sentir vergüenza y luego se toma el tiempo para pensar y reflexionar al respecto, hacer consciente la falla y buscar corregir para no volver a cometer el error.

En el mundo occidental la primera reacción es el sentimiento de culpa y luego intentamos ocultar lo sucedido, evitando que nadie se entere y si esto sucede, buscaremos a quien culpar por las equivocaciones, sin asumir responsabilidad.

Sin pretender la promoción del mundo oriental como ideal, sí es necesario poner en práctica estas herramientas  de crecimiento personal, las cuales nos permitirán integrarnos a la comunidad, con espíritu de colaboración para que pueda triunfar un proyecto de grupo, con el trabajo de cada uno de sus integrantes. Es decir, darle predominio al Yo y domar al Ego.

Un principio del Hansei dice: “Nunca sanarás pretendiendo que no estás herido. No permitas que tu pasado te defina”

(*) Basado en el libro Nueve Hábitos Japoneses que Cambiarán tu Vida, de Andrea Rodríguez.

 

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