Hansei o el arte de la reflexión
interna
Por Rodolfo González Sarrelangue
Especial para Grupo Páginas Poderosas
El pasado es
un lugar de referencia y de aprendizaje, no de residencia.
Anónimo
¿Será nuestro temperamento
latino el que nos impide ejercer más la autocrítica y buscar, en cambio,
culpables de nuestra situación a factores externos?
Es muy raro encontrar personas
educadas en la autoreflexión, pues siempre es más cómodo atribuir mis errores o
carencias a alguien del exterior. Sobre todo, cuando hemos sido educados en la
forma occidental del “self made man” o persona que se ha hecho por sí misma.
En Japón, país donde se da
prioridad al trabajo en equipo por sobre el brillo personal, se privilegia el
éxito colectivo y el espíritu de servicio a los demás.
Una característica de los
japoneses es que la costumbre occidental de dar propina por un servicio
prestado no es bien vista.
Dar propina en Japón es
considerado una ofensa, pues se cree que es como demostrar tu superioridad a la
gente que te está sirviendo y, a cambio, tú le das una limosna. Los
trabajadores pueden interpretar que pagas más esperando un trato especial a
modo de soborno.
Su estilo de vida se ha regido
por la honestidad, el hecho de ser incorruptibles y la frugalidad, las
posiciones más preciadas son el orgullo y el honor.
Otro aspecto destacado de los
japoneses es el saludo, donde se estila hacer una leve reverencia, sin perder
de vista a la persona y sin que haya contacto físico.
Recuerdo la anécdota de un
colega que en una recepción de la embajada japonesa en México y al calor de los
aperitivos, le tocó estar frente al embajador y ya en confianza empezó a
tocarlo en el hombro, para darle énfasis a lo que le estaba diciendo. Al primer
toque, el embajador sonrió levemente y abrió los ojos desmesuradamente. Como
seguía el toqueteo, solo entrecerraba los ojos y manifestó desconcierto por ser
tratado como “un cuate mexicano”
En esa breve conversación le
dije al oído al colega que no debía tocarlo, a lo que él respondió: -no, pos si
está contento platicando con nosotros.
La reacción del personal de
seguridad era de alerta, pues no es posible atentar contra una figura
institucional y faltarle al respeto. Ya se disponían a actuar, cuando otros
compañeros y yo lo jalamos y nos despedimos del embajador, ahora sí, con una
reverencia y sin tocarlo. Esa acción calmó al personal de seguridad y le
devolvió la paz al diplomático.
Esto me lleva al segundo de los
nueve hábitos japoneses que pueden cambiar nuestra vida: el Hansei o el arte de
la autoreflexión.
La palabra Hansei significa el
reconocimiento de los propios errores como base para mejorar, así como el
reconocimiento del éxito con modestia y humildad. Es evaluar objetivamente las
decisiones que nos han llevado a alcanzar la situación actual y aprender de los
errores a través de laauto reflexión y la autocrítica.
Un gran ejemplo de este método
en la cultura japonesa es cuando los políticos cometen actos de corrupción,
aparecen en público para pedir perdón y luego desaparecen de la escena por un
largo tiempo y al cabo de algunos años regresan con la certeza de que han
aprendido la lección.
Este vocablo se compone de dos
términos: Han, que significa darse la vuelta y examinar y Sei: Mirar hacia
atrás, revisando el pasado.
Hansei es mirar hacia adentro,
con la sola intención de reconocer que nos equivocamos, encontrar el porqué de
estas acciones y actuar en consecuencia para que no vuelvan a ocurrir.
El objetivo final de la
filosofía Hansei, es el cambio a positivo a través de un proceso de
introspección, el cual nos llevará a aprender más sobre nosotros mismos y
convertirnos en mejores personas. Los errores se interpretan como oportunidades
de mejora y debemos verlos como una vía de aprendizaje.
El objetivo de nuestro hansei
es entender lo que nos sucedió en el pasado, que estuvo mal, para evitar
repetirlo.
El colega, quien ignoraba todo
el protocolo diplomático con el embajador, es un hecho que se puso en riesgo,
pero seguramente después de reconocer su ignorancia y el error cometido, es muy
probable que beberá menos y respetará el lugar al que se le invite.
Podemos tomarnos algunos
minutos al día para estar a solas con nuestros pensamientos, permitir que nos
hablen y escuchar lo que tienen qué decirnos. Un momento idóneo puede ser al
empezar el día, cuando nuestro cuerpo y mente han descansado y están recargados
de energía.
Además, debemos estar
conscientes de que los errores cometidos han sido decisión personal y debemos
evitar buscar culpables. Al responsabilizar a otros, impides la autoreflexión
sensata porque creas mecanismos de defensa. La finalidad de esta práctica es aprender
y mejorar, no se trata de juzgar, atacar o causar daño. Te examinas para
aprender y conocerte.
Debes tratarte con honestidad y
humildad, recuerda que somos humanos imperfectos y que los errores son parte de
nuestro día a día. Nuestra meta debe de ser el aprendizaje constante y la mejor
escuela para esto son los propios errores.
El proceso de la autoreflexión
conlleva varias fases:
1. Reflexión
2. Introspección
3. Hacerse responsable de los
hechos
4. Reconocer que hay un
problema
5. Identificar el origen o la
raíz de la falla
6. Compromiso para realizar los
cambios necesarios que remedien la falla
A los niños japoneses se les
enseña desde temprana edad a practicar esta filosofía, no para hacerlos sentir
culpables o como método de castigo; lo hacen con la finalidad de enseñarles que
nadie es perfecto, que tienen derecho a equivocarse y fallar pero, a su vez,
tienen la responsabilidad de asumir sus actos y enmendar lo sucedido.
La primera reacción de un
japonés cuando falla es sentir vergüenza y luego se toma el tiempo para pensar
y reflexionar al respecto, hacer consciente la falla y buscar corregir para no
volver a cometer el error.
En el mundo occidental la
primera reacción es el sentimiento de culpa y luego intentamos ocultar lo
sucedido, evitando que nadie se entere y si esto sucede, buscaremos a quien
culpar por las equivocaciones, sin asumir responsabilidad.
Sin pretender la promoción del
mundo oriental como ideal, sí es necesario poner en práctica estas
herramientas de crecimiento personal, las cuales nos permitirán
integrarnos a la comunidad, con espíritu de colaboración para que pueda
triunfar un proyecto de grupo, con el trabajo de cada uno de sus integrantes.
Es decir, darle predominio al Yo y domar al Ego.
Un principio del Hansei dice:
“Nunca sanarás pretendiendo que no estás herido. No permitas que tu pasado te
defina”
(*) Basado en el libro Nueve Hábitos Japoneses que Cambiarán tu
Vida, de Andrea Rodríguez.
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