Anosognosia o Alzheimer
Por Rodolfo González Sarrleangue
¿Les ha pasado que en una conversación
de repente se interrumpen y se les olvida el nombre de una persona, de una
película, una canción o determinada experiencia o, por otra parte, seguro les
ha ocurrido que llegan a una habitación y no se acuerdan qué buscaban o no
recuerdan dónde dejaron las llaves o cualquier objeto?
Cuando estamos con un amigo con
temperamento de verdugo, es muy probable que nos advierta sobre la inminente
presencia del alemán Alzheimer o del italiano Franco Deterioro.
Sin embargo, no es conveniente
preocuparse pues cuando lo hacemos consciente es una característica de gente de
cincuenta años en adelante y los especialistas inventaron un término que parece
trabalenguas para denominar a esta actitud peculiar: anosognosia que, para
consuelo de quienes estamos en la etapa de cincuenta o más no es Alzheimer.
La anosognosis se define como la
incapacidad de introspección del paciente respecto a los déficits cognitivos y
las alteraciones del comportamiento.
Proviene del griego y está formada por
la conjunción del prefijo a (sin), nosos (enfermedad) y gnosis (conocimiento)
sin conocimiento de enfermedad. Cuando ocurren situaciones de olvido o de no
recordar algo que buscábamos suele ocurrir que minutos, horas o incluso días
después nos acordamos y siempre nos queda la excusa de que “lo tenemos en la
punta de la lengua”
Este síntoma aparece de forma temprana
en algunas personas con demencia y más tarde en otras, conduciendo a la falta
de conciencia de la enfermedad en distinto grado.
Camilo Sánchez S, maestro en
Neurociencias, de la Facultad de Medicina, de la Universidad Nacional de
Colombia aseguró que quienes estamos en cierta edad nos preocupamos por
situaciones como:
1. No
recordar algunos nombres propios.
2. No
encontrar nunca dónde dejamos las cosas.
3. Cuando
estamos hablando, de pronto nos paramos y no recordamos lo que íbamos a decir o
cómo continuar.
Esto nos da la sensación de que
podemos padecer Alzheimer.
Si uno tiene conciencia del problema
de memoria es que no lo tiene.
La mitad de los mayores de 50 años lo
tenemos y presentamos algunas fallas de memoria, pero es más por la edad que
por enfermedad y, si además eres consciente de ello, no tienes tampoco
anosognosia.
La diferencia con quienes padecen
Alzheimer es que ellos no están conscientes de su situación. Simplemente
olvidan nombres, personas, pueden salir de casa y no saber regresar. Esa parte
sí es patológica y requiere de atención especializada o, en algunos casos,
internar al paciente en una clínica o casa donde lo ayuden en su cuidado, le
den sus medicamentos y no pueda salir a la calle solo.
Un amigo médico, quien no ha podido
romper el turrón, (hablarme de tú), me dijo: -Mire Rodolfo, si usted tuviera
Alzheimer, le recomendaría verlo desde el punto de vista positivo. De que en
adelante va a conocer gente nueva a cada rato.
Mucha gente que entra en la etapa que
yo he comentado con amigos de ¿te acuerdas cuando hablábamos de corrido?, que
no recuerda el nombre propio de un individuo, o le ocurre que entra a una
habitación sin saber qué iba a buscar, que olvida el título de una película o
dónde se dejó los anteojos o las llaves se preocupa y le da temor de ser
víctima de Alzheimer.
Según especialistas, quien es
consciente de estos olvidos no tiene problemas serios de memoria, ya que quien
padece de Alzheimer, no tiene registro de lo que efectivamente le pasa, ya que
presenta anosognosia que consiste en no darse cuenta de lo que ocurre.
Cuanto más se queje usted de su
memoria, menos probabilidades tiene de sufrir una enfermedad de la misma. No es
Alzheimer, son los años. Así que no se preocupe por sus olvidos y mejor
organice juegos de trivia entre sus contemporáneos, a ver quién se acuerda
primero de lo olvidado.
Una forma de superar estos olvidos
momentáneos o de prevenir la llegada de Alzheimer o de Franco Deterioro es
practicar la atención consciente, en vez de pensar en si pagó el mantenimiento,
la tarjeta de crédito. Es mejor estar aquí y ahora.
Otra sugerencia es volver o crear
hábitos de dejar, por ejemplo, las llaves en un lugar fijo, guardar documentos
en un archivo y como dicen, un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar.
Otro método de poner en movimiento los
dos hemisferios cerebrales es armar rompecabezas, hacer crucigramas,
palabragramas, sudokus, aprender un idioma, aunque nunca lo vaya a hablar,
estudiar un instrumento musical, practicar meditación, yoga, tai chi, escribir,
leer y convivir con amigos o familiares para practicar el viejo arte de la
conversación. Namasté.
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