Extraviados
Cuento
Por
Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ
-…en que recodo perdimos la inocencia?
¿Cuándo inició la incubación del huevo de la serpiente? No recordamos el parto
de los montes a este desgarrador presente con el culto al individualismo
sensual que pervirtió el reencuentro fraternal de los hombres y mujeres. ¡Ja j
aja! Parecemos un rey Dimas ¡al revés! En lugar de convertir en oro todo lo que
tocamos, lo convertimos en putrefactas heces fecales”, se interrumpe el
pensamiento por una cálida voz femenina:
- “Pardon, ¿hoe kom ik bij Marlene Dumas
woonkamer?”, al ver mi cara de sorpresa, indica:
-“¿ Hij spreekt geen Nederlands?”, a lo
que balbuceo:
-“Speak Spanish”, la frase que por algún
misterio oculto se me quedó grabada y con la que salvé el curso de idioma
extranjero en la secundaria y señala.
-“¡Ah! Perdone usted. Busco la sala en que
está la obra de la pintora sudafricana Dumas de 67 años, me emociona encontrar
ese arte de denuncia al usar a la figura humana como un medio para criticar las
ideas contemporáneas sobre la identidad racial, sexual y social. Pero le
distraje en su observación de esa fotografía…”
Tiempo y palabras que permitieron
recuperarme de la impresión de esa mujer cuya belleza, me hizo balbucear, y le
digo:
-“¡Esa una postal maravillosa! De aquellos
años que los vimos ir y jamás volverán. La inmortalizó y tituló en 1949, La
pandilla Zwan, De Zwanegang en Amberes, Bélgica, el fotoperiodista holandés
Aart Klein, a sus 40 años. Una imagen de negro sobre blanco, como decía el
compañero que evoluciona el 31 de octubre de 2001, aquí, en Ámsterdam”.
Describo la imagen de una calle con niños
jugando y adultos sentados leyendo el periódico, en una convivencia fraternal
tan pacífica, simboliza seguramente el reencuentro con la esencia del ser
humano cuatro años después de la conmoción bélica mundial entre cerca de
cincuenta naciones con saldo setenta millones de muertos, el dos y medio por
ciento de la población mundial.
-“Lo que llama mi atención, esa
sensibilidad de Aart Klein, para capturar ese instante de vida, de esperanza de
vida, lo que muestra que la adversidad no siempre endurece el corazón de las
personas…”
-“¿Por qué lo dices?”
-“Es que el compañero fue obligado por los
nazis a trabajar para ellos en la ocupación militar, y aplicando el principio
de que un soldado muerto no le sirve a la Patria, aprovechó esa actividad para
tomar gráficas que le sirviese a la Resistencia”.
Cortó la explicación:
-“Creo que ya estuvo bueno del trabajo en
este exquisito Museo Stedelijk albergado en este magnífico edificio diseñado en
el Siglo Diez ynueve por Adriaan Willem Weissman y su remodelación posterior
por los arquitectos Benthem Crouwel Architects., y te acompaño a tu cumplir tu
objetivo y si me lo permites, invitarte un café para disfrutar la plaza de los
Museos”.
Y entre sonrisas me olvidó de la gran
similitud de esa estampa con algunos barrios de la Ciudad de México en donde es
difícil ubicar en que recodo perdimos la inocencia y nos dejaron extraviados en
el espejismo de la comodidad tecnológica que nos encierra en el culto al
individualismo para facilitar el adoctrinamiento de los titiriteros del poder.
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