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jueves, 29 de julio de 2021

 

Extraviados

Cuento

Por Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ

-…en que recodo perdimos la inocencia? ¿Cuándo inició la incubación del huevo de la serpiente? No recordamos el parto de los montes a este desgarrador presente con el culto al individualismo sensual que pervirtió el reencuentro fraternal de los hombres y mujeres. ¡Ja j aja! Parecemos un rey Dimas ¡al revés! En lugar de convertir en oro todo lo que tocamos, lo convertimos en putrefactas heces fecales”, se interrumpe el pensamiento por una cálida voz femenina:

- “Pardon, ¿hoe kom ik bij Marlene Dumas woonkamer?”, al ver mi cara de sorpresa, indica:

-“¿ Hij spreekt geen Nederlands?”, a lo que balbuceo:

-“Speak Spanish”, la frase que por algún misterio oculto se me quedó grabada y con la que salvé el curso de idioma extranjero en la secundaria y señala.

-“¡Ah! Perdone usted. Busco la sala en que está la obra de la pintora sudafricana Dumas de 67 años, me emociona encontrar ese arte de denuncia al usar a la figura humana como un medio para criticar las ideas contemporáneas sobre la identidad racial, sexual y social. Pero le distraje en su observación de esa fotografía…”

Tiempo y palabras que permitieron recuperarme de la impresión de esa mujer cuya belleza, me hizo balbucear, y le digo:

-“¡Esa una postal maravillosa! De aquellos años que los vimos ir y jamás volverán. La inmortalizó y tituló en 1949, La pandilla Zwan, De Zwanegang en Amberes, Bélgica, el fotoperiodista holandés Aart Klein, a sus 40 años. Una imagen de negro sobre blanco, como decía el compañero que evoluciona el 31 de octubre de 2001, aquí, en Ámsterdam”.

Describo la imagen de una calle con niños jugando y adultos sentados leyendo el periódico, en una convivencia fraternal tan pacífica, simboliza seguramente el reencuentro con la esencia del ser humano cuatro años después de la conmoción bélica mundial entre cerca de cincuenta naciones con saldo setenta millones de muertos, el dos y medio por ciento de la población mundial.

-“Lo que llama mi atención, esa sensibilidad de Aart Klein, para capturar ese instante de vida, de esperanza de vida, lo que muestra que la adversidad no siempre endurece el corazón de las personas…”

-“¿Por qué lo dices?”

-“Es que el compañero fue obligado por los nazis a trabajar para ellos en la ocupación militar, y aplicando el principio de que un soldado muerto no le sirve a la Patria, aprovechó esa actividad para tomar gráficas que le sirviese a la Resistencia”.

Cortó la explicación:

-“Creo que ya estuvo bueno del trabajo en este exquisito Museo Stedelijk albergado en este magnífico edificio diseñado en el Siglo Diez ynueve por Adriaan Willem Weissman y su remodelación posterior por los arquitectos Benthem Crouwel Architects., y te acompaño a tu cumplir tu objetivo y si me lo permites, invitarte un café para disfrutar la plaza de los Museos”.

Y entre sonrisas me olvidó de la gran similitud de esa estampa con algunos barrios de la Ciudad de México en donde es difícil ubicar en que recodo perdimos la inocencia y nos dejaron extraviados en el espejismo de la comodidad tecnológica que nos encierra en el culto al individualismo para facilitar el adoctrinamiento de los titiriteros del poder.


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